MUSEO EVITA: ENTREVISTA A RUBÉN PREISSLER
Enfermero,
psicólogo social y hasta profesor de canotaje Rubén hace de sus días en el
hospital Finochetto de Sarandí su lugar y el lugar de la comunidad. Conformó el
museo de Evita rescatando del olvido el paso de la líder espiritual por
Avellaneda, la cuna de la resistencia.
Por: Matias Picallo
Se acerca
presto y cordial, pero con la seguridad propia de quien está en su lugar, en su
casa, en su mundo. Rubén reparte la jornada en el hospital Finochetto
de Avellaneda entre sus labores de enfermero, psicólogo social y mantener
presente a Evita a través del lugar donde ella misma estuvo, atendía a
sus descamisados, vivió y enfermó; el museo Evita. Como impaciente por contar
su historia comenta que ya su madre era delegada de la Asociación de
trabajadores del Estado (ATE) en ese mismo hospital, una militante de fuste y,
que él mismo también perteneció a la militancia de la Juventud Peronista (JP)
revelando una juventud combativa, de lucha y de servicio al prójimo; recuerda
que, en 1984 cuando ingresara al hospital estos lugares estaban cerrados y
abandonados.
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| Junto al busto del general Juan D. Perón |
La
charla comienza en el lugar donde medio siglo atrás se tomaran grandes decisiones,
el mismísimo escritorio de Evita; comienza contando que no una sino dos
veces el busto del General Perón que hoy luce en el hall de entrada del
nosocomio “descansaba” en los fondos del hospital enterrado en los fondos dando
una de las tantas muestras de irracionalidad que vivió Argentina, y casi con
gracia entre tierna y cómplice cuenta que; cuando restituyeron el busto, lo
habían hecho de forma provisoria sobre un taburete de madera y agrega: “Una
persona enojada con la atención del hospital lo empuja a Perón
(al busto), y se cae de nariz al suelo, ahí es cuando decidimos
amurarlo”
Perón (al busto), ahí cae de nariz al
suelo y decidimos amurarlo” tal vez ese sea el motivo por el que el busto hoy
luce una nariz de “reemplazo”, algo así como una cirugía re constitutiva.
tal vez ese
sea ese el motivo por el que hoy el busto luce una nariz de “reemplazo”, algo
así como una cirugía re constitutiva.
Una anécdota
lleva a la otra; dentro del hospital, conforma junto a varios compañeros una comisión
de memoria verdad y justicia –
comenta - . Movidos por saber más de los años oscuros y,
consultando los registros, llegaron a saber de dos compañeros desaparecidos y
eso mismo es lo que motivó a establecer esta comisión de forma permanente y en
busca de más ciudadanos, no solo en el Finochetto sino también a quien pudiera
ser útil, quien tuviera dudas, un servicio a la comunidad. Hablar de comunidad
despierta sentimientos que resultan visibles en su cara que por momentos rompe
la seguridad y se torna en emoción, propia del lugar que Rubén ocupa, no solo
el laboral, más bien el que todos los días encara en favor de hacer de su tarea
una militancia.
De la mano
de Mónica, su compañera, los cafés llegan al escritorio. Todo tiene
significado, hasta la azucarera de aluminio con azas doradas lleva una consigo
historia, ya no como parte del museo, más bien, como parte de la vida en el
hospital de Mónica que, según Rubén, ya está al borde de su jubilación y es
ella otra gran trabajadora, en el día a día que la tarea impone y en la
militancia. El café trae una doble función: humectar la garganta y además el
momento de distensión que supone una entrevista para una persona que no es
entrevistada habitualmente.
Cruzando
imaginariamente las puertas del Nosocomio, en el horario de salida Rubén ofrece
más detalles de su vida y su historia:
"En el ’92 armamos una escuelita de remo en la Saladita, en esa
época Grondona (presidente de Arsenal FC) tenía intensión de rellenarla para proseguir la
cancha y realizar un proyecto inmobiliario, por supuesto que nos opusimos,
formamos una agrupación ecologista y conseguimos hacer que se declare reserva
ecológica"
demostrando nuevamente su impronta combativa, pero
también de su inquietud por aprender algo más cada día, se revela como profesor
de canotaje en la actualidad, psicólogo social. Los horarios posteriores a su
salida del trabajo siguen llenas de actividades y aclara que está ampliamente
dispuesto a acudir junto con su equipo a escuelas y universidades a dar cursos
de reanimación cardio-pulmonar (RCP) además de brindarlas también en el
hospital a quien pudiera pedirlo con tan solo acercarse cualquier día de la
semana.
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| En su tarea diaria de guiar a los visitantes por la historia misma |
El café va llegando a su fin junto con
la entrevista y la charla de distiende aún más, pero no por distendida deja de
aportar contenidos. Un dato asoma casi con timidez: “Hace poco estuve hablando con la enfermera que cuidaba a Evita acá en
el hospital. Me hizo darle colores a todo el material que hay en el museo,
¡ella se acuerda de todo! Y cuando lo cuenta es como que todo lo que hay acá
cobra vida”. La enfermera es el único nexo real que queda entre las
fotografías blanco y negro y la existencia tangible. Rubén, sabe que esta información
es una bomba y despliega la
posibilidad de continuar trabajos periodísticos, que podrían ser reveladores de
una historia que, por más de haberse intentado borrar muchas veces, sigue ahí,
esperando ser descubierta, reclamando por su lugar en los libros y que, sin
duda, serán escritos desde Avellaneda, cuna
da la resistencia peronista.
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Title :
"A Perón lo tenían enterrado en el fondo del hospital"
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